se seca la boca,
los ojos desorbitados,
mi boca escupiendo saliva.
Las manos calientes,
transpiran y desarman
tu cuello frágil en la cama.
Gotas de sudor de mi frente,
sobre tu frente mueren al fin,
un sentimiento tan envenenado,
que me pudre con los años...
odio el odio que me reina,
como un vacio tan repleto de nada.
Odio el odio que generas,
como un volcan y su lava.
Odio sentirme envenenado,
pero no hay salvación
para estupidos e insenzatos.
Para pobres de corazón...
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PAL ' 10

