Juan tenia un sueño. Un sueño que cuidaba con mucho esmero.Algo asi como una planta, a la cual regaba y limpiaba de mugres e insectos.
Un sueño virgen, puro, casi aniñado. Infantil.
Juan subia a la luna todas las noches en barrilete. U otras tantas trepaba hasta las estrellas escalando el sauce del fondo de su casa.
Y desde alli, desde lo alto, miraba el mundo que lo rodeaba.
Sentia la paz que en su casa no existia, sentia el silencio que reinaba. Asi se llenaba de esperanza y de suspiros su alma chiquitita. Con mas fuerzas creia que podia hacer realidad su sueño.
Antes que amenezca Juan bajaba. Volvia a su cama. Y su madre lo despertaba para ir a la escuela. Mientas pedaleaba hasta el colegio, Juan alimentaba mas su sueño. Le daba forma, color, textura, aroma. Lo acondicionaba segun sus ideas.
Pero a la tarde, al volver a su casa todo cambiaba. Algo habia que hacia que Juan perdiera todas las esperanzas. Algo pasaba que Juan corria a refujiarse en su cama, tapandose la cabeza con la almohada. Tal vez para no escuchar.
Cuando su padre llegaba, la casa se teñia de gris. Las paredes lloraban, el techo volaba por el aire. Y hasta su perrito buscaba refugio bajo la cama.
Las cosas eran asi, una vida triste para Juan. Un temor interno que se manifestaba en llanto y encierro.
Juan tenia un sueño. Un sueño que cuidaba con mucho esmero.
Algo asi como una planta, a la cual regaba y limpiaba de mugres e insectos. Ese sueño era poder vivir en paz...
Y por las noches en barriletes imaginarios, o trepando sauces eternos, llegaba a la luna y era feliz. -----------------------•
PABLO LAYÚS / 2008
